Hoy hace justo 5 años cuando estaba recuperándome de la radioterapia y me prohibieron tomar el sol, desde la casa de la playa en la que estábamos escribí estas líneas que hago públicas hoy.
21 de agosto de 2015
No todos los días tiene uno la misma inspiración, ni el mismo ímpetu, ni las mismas ganas; otras veces parece que "alguien" te guía la mano y las palabras se desempolvan y fluyen y acuden volando desde los entresijos de la vida plasmándose en el blanco e inmaculado papel. Pero otras muchas veces me inunda esa sensación de ahogo por lo prohibido, por aquello que no te está permitido desde esta jaula anti-sol que me contiene. Porque aquí sigo enclaustrado, en este desespero por la prescrita sombra, mientras oigo el murmullo de la gente que se agolpa en la playa. Por lo menos desde la hermosa balconada de esta casa veo el mar y siento su brisa mientras escucho su hipnótico canto. Cuento los minutos tras el tic tac que marca el nuevo paso del tiempo y esta tarde, cuando el Sol se desparrame por el horizonte, bajaré a la playa para fundirnos en un inmenso y eterno abrazo, porque sabe que la amo y la vivo y la necesito y jugaré, como todos, a romper las olas y revolcarme en una enorme caricia que me abraza y se funde con ese breve manantial pleno de gratitud nacido del Alma.
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