Son ya muchos los años que llevo colaborando en mayor o menor medida, por la Fe que tengo, en lo que la Iglesia me ha pedido y yo buenamente he podido o sabido realizar estando, estos últimos años, como colaborador en Caritas Parroquial. A raiz de aquí y de cuando estuve como Catequista, me he preguntado muchas veces ¿que diferencia hay entre un un servicio como este, de Cáritas parroquial o cualquier otro al margen de la Iglesia y que se dedica también a tareas sociales y humanitarias?.
Es una pregunta que seguramente, desde la Fe y a nivel teórico, desde los postulados teológicos, tenga una respuesta perfecta..., pero desde la realidad que se transmite, la que se palpa en los hechos, no lo es o no lo ha sido tanto. Dice Jesús que por sus signos los conoceréis, pero a veces esos signos son tan imperceptibles y carentes de vigor que es posible que nuestros vecinos no sepan verlos o ni siquiera cómo verlos...,También las explicaciones demasiado Teológicas nunca han ayudado al no hacer una transformación a un lenguaje algo "más coloquial", con la sensibilidad suficiente para que llegue a la persona y a su yo más intimo; o también, por no haber sabido darle, a lo que es la caridad, su verdadera dimensión dentro de nuestras comunidades parroquiales, dejando muchas veces ese gran impulso de amor como algo residual y marginal. Y es, desde este punto de partida, lo que nunca he entendido, pues la buena salud de la Iglesia va o debe ir intrínsecamente unida a la buena salud de la caridad que esa Iglesia practica y con los signos del cristiano..., con los signos del Cristiano que tantas veces dejamos al margen cuando realizamos las labores que desde la parroquia se nos encomiendan..., sintiéndonos muchas veces huérfanos de aquel que con su ejemplo nos debiera acoger, cuidar, enseñar, mimar, guiar... ¡que pocos son los sacerdotes se ven hoy en día, "con la sotana y las mangas recogidas", trabajando codo con codo con aquel que da su tiempo al que más lo necesita!
Es una pregunta que seguramente, desde la Fe y a nivel teórico, desde los postulados teológicos, tenga una respuesta perfecta..., pero desde la realidad que se transmite, la que se palpa en los hechos, no lo es o no lo ha sido tanto. Dice Jesús que por sus signos los conoceréis, pero a veces esos signos son tan imperceptibles y carentes de vigor que es posible que nuestros vecinos no sepan verlos o ni siquiera cómo verlos...,También las explicaciones demasiado Teológicas nunca han ayudado al no hacer una transformación a un lenguaje algo "más coloquial", con la sensibilidad suficiente para que llegue a la persona y a su yo más intimo; o también, por no haber sabido darle, a lo que es la caridad, su verdadera dimensión dentro de nuestras comunidades parroquiales, dejando muchas veces ese gran impulso de amor como algo residual y marginal. Y es, desde este punto de partida, lo que nunca he entendido, pues la buena salud de la Iglesia va o debe ir intrínsecamente unida a la buena salud de la caridad que esa Iglesia practica y con los signos del cristiano..., con los signos del Cristiano que tantas veces dejamos al margen cuando realizamos las labores que desde la parroquia se nos encomiendan..., sintiéndonos muchas veces huérfanos de aquel que con su ejemplo nos debiera acoger, cuidar, enseñar, mimar, guiar... ¡que pocos son los sacerdotes se ven hoy en día, "con la sotana y las mangas recogidas", trabajando codo con codo con aquel que da su tiempo al que más lo necesita!
La palabra Cáritas es un término que procede del latín Charitas (Caridad) y que significa amor. En su primera carta San Juan expresa con claridad el centro de la fe cristiana cuando dice “Deus Caritas est (Dios es Amor)”.
Por lo que CÁRITAS que es el servicio de amor más visible que tiene la Iglesia Católica viene a ser EL CORAZÓN que la hace latir para practicar la Caridad con un Amor que rebosa... Es una máxima que tiene que salir de lo más hondo: ANTE LA MISERIA, CORAZÓN..., sustentada en la profunda FE de que todos los hombres somos hermanos e hijos de un mismo Dios. Por lo que sin Caridad no hay Amor y sin Amor no puede haber Caridad... (no estaría de más leer y releer el bellísimo libro de amor del Cantar de los Cantares o la primera carta de San Pablo a los Corintios) y cincelarlos en nuestra Alma como horizonte de esperanza y vida:
"Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los Ángeles, si no tento amor, soy como una campana que resuena o u platillo estruendoso.
Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misteriors y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuero a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve" (1 Cor, 13, 1 -3)")
"Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los Ángeles, si no tento amor, soy como una campana que resuena o u platillo estruendoso.
Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misteriors y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuero a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve" (1 Cor, 13, 1 -3)")
En función de estos pilares básicos, desde CÁRITAS, y en la medida de nuestras posibilidades, procuramos trabajar en favor de nuestros vecinos más necesitados de forma totalmente desinteresada y gratuita, simplemente por unas fuertes dosis de solidaridad y de AMOR (¡que posiblemente no lo sepamos transmitir!), para que los que más lo necesitan puedan tener también una vida mejor, feliz y sin escasez, haciéndoles sentir nuestro apoyo desde cuatro vertientes diferentes: humana, debido al acompañamiento que se les hace; material, para solventar en la medida de lo posible parte de sus necesidades, de Fé, haciéndoles copartícipes de nuestra alegía y amor a Dios y al hermano (y creo que es aquí donde se falla), así como nuestra cercanía. Y todo ello ¡no por pena! , sino por AMOR al hermano que está ahí, junto a nosotros, y que se siente necesitado y falto de lo más básico, sobre todo de dignidad (por regla general debido a su falta de autoestima) y de la necesidad de ocupar el puesto que merece y tiene reservado en medio de nosotros, así como la de sentirse querido y escuchado por todos aquellos que a su alrededor vivimos y que muchas veces, más de lo deseable, pasamos junto a ellos mirando para otro lado, abriendo así, cada vez más, la brecha de un abismo insalvable.
Hace poco, un amigo comentaba que cada vez que abrimos una puerta no sabemos lo que nos vamos a encontrar al otro lado..., y decía con entusiasmo que ¡en eso consiste la gran aventura de vivir!, en explorar ese espacio nuevo que se nos presenta con enormes dosis de ilusión, alegría y esperanza....
Os invito a que abráis, o abramos, aún más si cabe, la puerta de nuestro corazón y sigamos explorando, juntos, ese gran espacio solidario y justo para todo aquel que más lo necesita. GRACIAS.
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