Lunes Cultural (6)
28 de noviembre de 2016, Lunes
28 de noviembre de 2016, Lunes
Buenos días amigos, perdonar mi ausencia de la pasada semana en este lunes cultural, la del 21 de noviembre..., el trabajo, la familia y los inesperados y bellos momentos que nos depara a todos la vida me ha mantenido lejos de este proyecto, que en lo personal, considero tan importante.
Todos sabemos del reciente fallecimiento del poeta y cantautor canadiense Leonard Cohen. En el precioso y emotivo discurso que dió durante la entrega de los premios Principe de Asturias de 2011, en la justificación que argumentó como uno de los pilares fundamentales que influyó en su progresión como cantante dijo: "... Fue al leer, aunque estuvieran traducidos, los textos de Lorca, cuando comprendí que había una voz. No es que copiara su voz (no me atrevería), sino que él me dio permiso para encontrar mi voz, esto es, encontrar un yo, un yo que no es estático, un yo que lucha por su propia existencia. Con el paso de los años, comprendí que esta voz incluía algunas instrucciones. ¿Cuales eran estas instrucciones?, nunca plañir con la displicencia. Y que si alguien va a expresar la gran e inevitable caída que nos espera a todos, debe hacerlo con los estrictos límites de la dignidad y la belleza..."
¡Somos consecuencia de tantos hechos y circunstancias que nos han rodeado desde niños!, pero al final de todo, siempre es el amor en el seno de la familia lo que más nos influye y lo que prevalece en nuestro desarrollo personal así que, con vuestro permiso, voy a seguir incluyendo en este LUNES CULTURAL las aventuras de TRONCO, CONEJITO Y MEDIOPEO que habla muy a las claras del feliz ambiente familiar que le rodeaba a pesar de la gran escasez que padecían en su casa y hoy, para no ser menos, vamos a seguir con el tema de la comida que tanto impacto tuvo en la infancia y desarrollo de la personalidad de TRONCO.
IV - EL BOTE DE MELOCOTÓN EN ALMIBAR.
Tronco no sabía cómo había llegado hasta allí, al último rincón del armario de la cocina, pero allí estaba, ante sus ojos, enorme y resplandeciente, con una etiqueta que decía "MELOCOTÓ EN ALMIBAR, 5 kg." Se le pusieron los ojos como platos y la boca se le hizo agua, pero no dijo nada del descubrimiento. Pensó que su madre lo iría racionando para los postres y así descansar de las hojas de lechuga diarias. O quizás también podría servir de plato único en alguna solemne ocasión en que no hubiera otra cosa. Pero, sorpresa: sus hermanos Conejito y Mediopeo también habían descubierto el tesoro. Y ellos, por su cuenta, había determinado darle un destino bien diferente, que era zampárselo entre los tres. Tronco se opuso en un principio cuando sus hermanos se lo dijeron. Pero entre que dos contra uno y que la gula y la gazuza prresionaban, consintió de muy buena gana. Y de inmediato sus cabecitas comenzaron a cavilar para buscar la ocasión propicia del banquete. Y no tardaron mucho en encontrarla.
- El primo Miguel, el de la Chacha - dijo Tronco - ha traído entradas para que vayamos todos al Teatro porque en la función de esta noche trabaja él.
Hay que aclarar que este primo Miguel era un hombre casado, jofen, que cantaba en el Orfeón y actuaba de cómico en funciones de teatro de aficionados que dicha institución organizaba, generalmente zarzuelas. En aquella ocasión iban a representar "Los Claveles", y él, como tenor cómico, encarnaba al personaje de Goro. U la función iba a ser aquella misma noche.
Tras breve conciliábulo, Tronco, Conejito y Mediopeo decidieron aprovechar la ocación y arreglárselas para no ir al Teatro...
Cenaron patatas fritas, que a Tronco le encantaban. La abuela se acostó enseguida, pues le gustaba rezar el rosario en la cama, el último de los muchos que rezaba a lo largo del día, aunque nunca llegaba al final porque se dormía antes.
Su madre les urgía: - venga, arreglaos, que vamos a llegar tarde. Y os tengo que peinar todavía...
- Mamá, pero si yo tengo que hacer una plana de divisiones y otra de escritura... - dijo Tronco -.
- Y Mañana ya saber que tenemos que levantarnos muy temprano pues me toca ayudar la misa de siete - dijo Conejito -.
- Eso, eso... - corroboró Mediopeo -
- ¿No tendréis gato encerrado...? exclamó el padre.
- Pedro Papá... - dijo en tono compungido Tronco -.
- ¿Os vais a perder la función? ¡Si trabaja el primo Miguel...! - añadió la madre -
- Es que se va a hacer muy tarde.
- Eso, eso... - terció Mediopeo -
- Bueno, como queráis. Tened cuidado de la abuela. Y en cuanto terminéis la tarea os acostáis. No llamará nadie a la puerta, pero si llamaran no abrir.
- Adiós, chicos, que aún no tenéis edad para salir de noche... - dijo la hermana -
- ¡Presumida...!
Los tres hermanos quedaron expectantes hasta que oyeron abrise y cerrarse la puerta de abajo, la de la calle. Luego se
convirtieron en un torbellino. Corrieron a la cocina. Mientras Tronco y
Conejito sacaban la lata y, con gran esfuerzo, la ponían sobre la mesa,
Mediopeo se ocupaba de los tenedores y del abrelatas. Les costó mucho
tiempo y trabajo abrir la lata hasta la mitad porque no sabían manejar
el abrelatas con precisión, pero finalmente, Conejito, que era más mañoso para estas cosas, lo consiguió. Y al descubierto quedó el dorado, apetitoso, reluciente y sabroso melocotón en almíbar, con los tres hermanos en derredor mirándolo embelesados y con el tenedor en ristre...
Después de un momento de suspense comenzó el ataque. Cada uno a lo suyo, que había de sobra para todos. Los trozos de melocotón enristrados en el tenedor, saltaban presurosos del bote a las bocas, y en el salto despedían por doquier chorros de almíbar, poniendo sus manos, brazos, caras, mesa, suelo... tan almibarados como el melocotón que comían.
- ¡Pero qué rico está!
- Eso, eso...
Se acordaron de la abuela y le llevaron unos trozos en un plato. La despertaron. - Mira, abuela... Melocotón en almíbar. Está muy rico. Cómetelo.
- ¿Qué...?¿A estas horas...? ¡ay, melocotón en almíbar... que buena pinta tiene! haremos un sacrificio...
Y mientras la abuela se lo comía ellos volvieron a su tarea hasta terminar... Bueno, dejaron unos trozos para sus padres y hermana. Después cerraron la tapa, pusieron el bote donde lo encontraron, limpiaron la mesa y el suelo con una bayeta, se lavaron y, con la tripa llena y todavía relamiéndose, fuéronse a dormir llenos de felicidad.
Pero como sus estómagos no estaban acostumbrados a tanta dicha y habían comido tan aprisa, no lo pudieron digerir. Y antes de que volvieran sus padres del Teatro, les sobrevino el cólico, la indigestión, con los consiguientes dolores de barriga, vómitos y deposiciones. Sus quejidos y carreras al retrete, y las urgencias com: "¡Ay, sal pronto, Tronco, que no puedo más...!" despertaron a la abuela que se levantó sobresaltda: "¿Qué pasa... qué pasa...?" encontrándose un panorama desolador.
Mediopeo vomitaba en el pasillo; Conejito, doblado sobre su barriga que se cogía con las
manos, aporreaba con los pies la puerta del retrete, en donde Tronco
evacuaba por arriba y por abajo con no menos dolores intestinales. Para
colmo, la abuela, que padecía de incontinencia de orina, especialmente
al levantarse, se orinó encima mientras atendía a Mediopeo: - ¡Pobrecito
mío! pero ¿qué habéis comido... qué os pasa! ¿ay, Dios mio...! Ya verás
como ahora, después de vomitar, te encuentras más tranquilo. Os voy a hacer una manzailla. Te llevaré a la cama". Y sus orines se mezclaban con la vomiera del nieto...
Y en tal momento llegaron sus padres y su hermana, corriendo y alarmados porque desde el zaguán habían oido la algarabía que salía de la casa. Mientras la abuela acostaba a Mediopeo, la madre se hizo cargo de los otros dos. Tronco había salido del retrete y su puesto o ocupó Conejito.
Por los restos de los vómitos supieron lo que había pasado. El padre quería ir a por el médico, pero ella dijo que no hacía falta, pues con los vómitos se calmaría. Mandó a su hija a hacer manzanilla, y a la abuela que se cambiara de camisón y se acostara.
Tronco y Conejito, que había salido del retrete algo más tranquilo también se acostaron, mirando, al pasar, muy contritos a su madre, que los besó, los consoló y los acostó. Luego limpió la casa con la ayuda de su hija.
La manzanilla, sin azucar, a sorbitos, les sentó bien a los tres hermanos que se durmieron plácidamente... al parecer, porque sus conciencias les decía: NO HABÉIS OBRADO BIEN...
Tronco soñó con cangrejos gigantes que le roían las entrañas, cangrejos que tenían la horrible forma de MELOCOTONES EN ALMÍBAR...
Haciendo mio el sentido de las palabras que utilizó Leonard Cohen a las que hice referencia al principio: Es
innegable que mi Padre tuvo una voz propia única y personal llena de
una gran fuerza, dignidad y belleza, que supo plasmar a lo largo de su
vida en cada uno de los cuadros que hizo, en su cátedra y en el seno de
su familia, a la que tanto amó, y en sus amigos, dejando en todo y todos una profunda y hermosa
huella. Llegada la "...inevitable caída que nos espera a todos...",
se fué, en su ocaso otoñal, con una pasmosa paz plena de serenidad,
haciendo suyos los versos de San Juan de la Cruz al que tanto le gustaba
leer y que plasmo en este precioso y profundo cuadro.
Todos sabemos del reciente fallecimiento del poeta y cantautor canadiense Leonard Cohen. En el precioso y emotivo discurso que dió durante la entrega de los premios Principe de Asturias de 2011, en la justificación que argumentó como uno de los pilares fundamentales que influyó en su progresión como cantante dijo: "... Fue al leer, aunque estuvieran traducidos, los textos de Lorca, cuando comprendí que había una voz. No es que copiara su voz (no me atrevería), sino que él me dio permiso para encontrar mi voz, esto es, encontrar un yo, un yo que no es estático, un yo que lucha por su propia existencia. Con el paso de los años, comprendí que esta voz incluía algunas instrucciones. ¿Cuales eran estas instrucciones?, nunca plañir con la displicencia. Y que si alguien va a expresar la gran e inevitable caída que nos espera a todos, debe hacerlo con los estrictos límites de la dignidad y la belleza..."
¡Somos consecuencia de tantos hechos y circunstancias que nos han rodeado desde niños!, pero al final de todo, siempre es el amor en el seno de la familia lo que más nos influye y lo que prevalece en nuestro desarrollo personal así que, con vuestro permiso, voy a seguir incluyendo en este LUNES CULTURAL las aventuras de TRONCO, CONEJITO Y MEDIOPEO que habla muy a las claras del feliz ambiente familiar que le rodeaba a pesar de la gran escasez que padecían en su casa y hoy, para no ser menos, vamos a seguir con el tema de la comida que tanto impacto tuvo en la infancia y desarrollo de la personalidad de TRONCO.
Portada del Librillo |
Tronco no sabía cómo había llegado hasta allí, al último rincón del armario de la cocina, pero allí estaba, ante sus ojos, enorme y resplandeciente, con una etiqueta que decía "MELOCOTÓ EN ALMIBAR, 5 kg." Se le pusieron los ojos como platos y la boca se le hizo agua, pero no dijo nada del descubrimiento. Pensó que su madre lo iría racionando para los postres y así descansar de las hojas de lechuga diarias. O quizás también podría servir de plato único en alguna solemne ocasión en que no hubiera otra cosa. Pero, sorpresa: sus hermanos Conejito y Mediopeo también habían descubierto el tesoro. Y ellos, por su cuenta, había determinado darle un destino bien diferente, que era zampárselo entre los tres. Tronco se opuso en un principio cuando sus hermanos se lo dijeron. Pero entre que dos contra uno y que la gula y la gazuza prresionaban, consintió de muy buena gana. Y de inmediato sus cabecitas comenzaron a cavilar para buscar la ocasión propicia del banquete. Y no tardaron mucho en encontrarla.
- El primo Miguel, el de la Chacha - dijo Tronco - ha traído entradas para que vayamos todos al Teatro porque en la función de esta noche trabaja él.
Hay que aclarar que este primo Miguel era un hombre casado, jofen, que cantaba en el Orfeón y actuaba de cómico en funciones de teatro de aficionados que dicha institución organizaba, generalmente zarzuelas. En aquella ocasión iban a representar "Los Claveles", y él, como tenor cómico, encarnaba al personaje de Goro. U la función iba a ser aquella misma noche.
Tras breve conciliábulo, Tronco, Conejito y Mediopeo decidieron aprovechar la ocación y arreglárselas para no ir al Teatro...
Cenaron patatas fritas, que a Tronco le encantaban. La abuela se acostó enseguida, pues le gustaba rezar el rosario en la cama, el último de los muchos que rezaba a lo largo del día, aunque nunca llegaba al final porque se dormía antes.
Su madre les urgía: - venga, arreglaos, que vamos a llegar tarde. Y os tengo que peinar todavía...
- Mamá, pero si yo tengo que hacer una plana de divisiones y otra de escritura... - dijo Tronco -.
- Y Mañana ya saber que tenemos que levantarnos muy temprano pues me toca ayudar la misa de siete - dijo Conejito -.
- Eso, eso... - corroboró Mediopeo -
- ¿No tendréis gato encerrado...? exclamó el padre.
- Pedro Papá... - dijo en tono compungido Tronco -.
- ¿Os vais a perder la función? ¡Si trabaja el primo Miguel...! - añadió la madre -
- Es que se va a hacer muy tarde.
- Eso, eso... - terció Mediopeo -
- Bueno, como queráis. Tened cuidado de la abuela. Y en cuanto terminéis la tarea os acostáis. No llamará nadie a la puerta, pero si llamaran no abrir.
- Adiós, chicos, que aún no tenéis edad para salir de noche... - dijo la hermana -
- ¡Presumida...!
Tronco, Conejito y Mediopeo con su Madre Remedios Guillén Imbernón |
Después de un momento de suspense comenzó el ataque. Cada uno a lo suyo, que había de sobra para todos. Los trozos de melocotón enristrados en el tenedor, saltaban presurosos del bote a las bocas, y en el salto despedían por doquier chorros de almíbar, poniendo sus manos, brazos, caras, mesa, suelo... tan almibarados como el melocotón que comían.
- ¡Pero qué rico está!
- Eso, eso...
Se acordaron de la abuela y le llevaron unos trozos en un plato. La despertaron. - Mira, abuela... Melocotón en almíbar. Está muy rico. Cómetelo.
- ¿Qué...?¿A estas horas...? ¡ay, melocotón en almíbar... que buena pinta tiene! haremos un sacrificio...
Y mientras la abuela se lo comía ellos volvieron a su tarea hasta terminar... Bueno, dejaron unos trozos para sus padres y hermana. Después cerraron la tapa, pusieron el bote donde lo encontraron, limpiaron la mesa y el suelo con una bayeta, se lavaron y, con la tripa llena y todavía relamiéndose, fuéronse a dormir llenos de felicidad.
Pero como sus estómagos no estaban acostumbrados a tanta dicha y habían comido tan aprisa, no lo pudieron digerir. Y antes de que volvieran sus padres del Teatro, les sobrevino el cólico, la indigestión, con los consiguientes dolores de barriga, vómitos y deposiciones. Sus quejidos y carreras al retrete, y las urgencias com: "¡Ay, sal pronto, Tronco, que no puedo más...!" despertaron a la abuela que se levantó sobresaltda: "¿Qué pasa... qué pasa...?" encontrándose un panorama desolador.
Mediopeo vomitaba en el pasillo; Conejito, doblado sobre su barriga que se cogía con las
La Abuela de Tronco, Conejito y Mediopeo Remedios Navarro Martínez |
Y en tal momento llegaron sus padres y su hermana, corriendo y alarmados porque desde el zaguán habían oido la algarabía que salía de la casa. Mientras la abuela acostaba a Mediopeo, la madre se hizo cargo de los otros dos. Tronco había salido del retrete y su puesto o ocupó Conejito.
Por los restos de los vómitos supieron lo que había pasado. El padre quería ir a por el médico, pero ella dijo que no hacía falta, pues con los vómitos se calmaría. Mandó a su hija a hacer manzanilla, y a la abuela que se cambiara de camisón y se acostara.
Tronco y Conejito, que había salido del retrete algo más tranquilo también se acostaron, mirando, al pasar, muy contritos a su madre, que los besó, los consoló y los acostó. Luego limpió la casa con la ayuda de su hija.
La manzanilla, sin azucar, a sorbitos, les sentó bien a los tres hermanos que se durmieron plácidamente... al parecer, porque sus conciencias les decía: NO HABÉIS OBRADO BIEN...
Tronco soñó con cangrejos gigantes que le roían las entrañas, cangrejos que tenían la horrible forma de MELOCOTONES EN ALMÍBAR...
José Reyes Guillén
En Una Noche Oscura - Oleo S/Lienzo José Reyes Guillén |
Libro Primero:
En el que trata de la noche del Sentido
Canción Primera:
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
En el que trata de la noche del Sentido
Canción Primera:
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
Pedro Reyes Cerezo
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias amiga/o por mostrar tu inquietud y tus comentarios a lo que aquí aparece y por regalarme un poco de tu tiempo. Gracias.